CARMENZA BOTERO

Para esta artista y pedagoga, la música tiene que entrar por el placer y aunque ella aprendió la música desde el entrenamiento entendió que no podía obedecer a eso y que al contrario había que desentrenarlo todo y ver el potencial que trae en sí mismo y en su estado más natural cada bebé.

Desde muy pequeña, Carmenza Botero se sintió atraída por la música. Cuando escuchaba el coro de su colegio no dejaba de preguntarse por qué esos sonidos le producían emociones tan maravillosas. A sus siete años, un profesor de música del colegio hizo un concurso de canto que ella ganó con un bambuco, y fue así como descubrió su voz. Sus ganas por experimentar con la música crecieron y, en cuarto de primaria, gracias a su insistencia perteneció a ese coro que tanto la llamaba y con el que interpretó música coral del barroco y el renacimiento. Su voz se convirtió en su instrumento.

Cuando se graduó del colegio no dudó en estudiar música. Tomó su instrumento y se presentó en la Universidad Nacional donde le dijeron que no tenía formación musical y que había empezado muy tarde. Era 1980, las alternativas para estudiar artes eran escasas, y aunque la UNAL siempre fue su principal opción, no era la única. Recogió su instrumento del conservatorio y lo llevó a la Universidad Pedagógica donde fue aceptada en la licenciatura en pedagogía musical. Esa pasión que en un principio ella había sentido de niña con los sonidos, la cadencia y el ritmo tenía que estar en los oídos y cuerpos de todos, pero principalmente se aferró a la idea de que la música tenía que ser un asunto de los profesores.

Vinculada a la Universidad Pedagógica, esta vez desde el programa de educación, lideró la batalla para que los futuros maestros de primaria tuvieran bases musicales y una formación musical mínima, empezando por aumentar las clases de música en su formación como pedagogos. Después de varios años, la música empezó a ser un tema opcional dentro de currículum y Carmenza decidió irse, perdiendo esta batalla, para estar en contacto directo con los niños.


Ocupó el cargo de profesora de música en un colegio en bachillerato y allí comprendió que su tarea tenía que comenzar más atrás. Trabajó en primaria, en preescolar y continuó su camino descendente hasta llegar al vientre materno.

Carmenza Botero está convencida que no fue la única que emprendió un viaje que significó sacrificar su yo musical para favorecer el futuro de los niños en un país con profundas desigualdades, con oportunidades distintas desde el vientre materno para los niños. Cuando Botero apenas tenía 16 años y se vio en la tarea de escoger una carrera como la de música, solo tuvo a su alcance dos opciones: una fue posible y la otra impenetrable.

Dando click a continuación podrán encontrar muchos de sus grandes éxitos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario